Una de las externalidades positivas que trajo el COVID, a mí en lo personal, fue reconocer la relevancia del “liderazgo adaptativo”, un concepto desarrollado y consolidado por Ronald Heifetz, quien dirige el Centro de Liderazgo de la Harvard Kennedy School, muchos años antes de la pandemia que, sin embargo, tuvo una natural y clara aplicación.
Cuando aparecen los problemas en las empresas u organizaciones, podemos clasificarlos en dos tipos, de acuerdo con la necesidad de intervención por parte del líder. Un tipo es el “problema técnico”, en dónde ya existe una solución técnica al problema que puede ser dada por un experto o especialista, por la aplicación de un conocimiento científico o con la implementación de tecnología; se trata de problemas que ya han sido abordados y solucionados por alguien más, y con las ventajas del Internet, podríamos decir que son problemas a los que alguien en el mundo ya les encontró una solución. En este caso, las decisiones y acciones de líder pueden darse dentro de un marco metodológico o bien, partir de una investigación para conocer quién o quiénes podrían proveer la solución al problema técnico, dentro o fuera de la organización.
El otro tipo de problemas, se le denomina “problema adaptativo”, el cual se caracteriza por no tener antecedentes o muy pocas referencias para entenderlo y por tanto, limita el accionar habitual que se realizaría para resolver un problema técnico. El problema adaptativo requerirá de creatividad o innovación, así como de los conocimientos y experiencia del contexto en el que se presenta el problema que requiere ser solucionado.
Es entonces, que un líder debe tener la capacidad de enfrentarse a estos problemas adaptativos, que podríamos considerar como desconocidos o relativamente nuevos, para los que no existe una solución técnica y, por tanto, demandan de otras habilidades para poderles encontrar una solución; un líder adaptativo, como ya se demostró en la pandemia, encontrará la forma de resolver el problema, con los recursos disponibles en el tiempo oportuno, para que su organización o empresa no se vea afectada, o incluso pueda mejorar.
Cuando se presentan múltiples problemas adaptativos de manera concurrente en la organización puede ser indicio de que se requerirán de cambios sustanciales, es decir, hay causas más profundas que están generando efectos indeseados múltiples en la empresa, por lo que hay una necesidad de transformar. En los inicios de la pandemia, aparecieron diversos problemas adaptativos en las empresas y organizaciones que demandaron de las habilidades del liderazgo adaptativo para poder resolverlos, varios de ellos, al ser comunes para “todo el mundo” pudieron contar rápidamente con referencias gracias a las ventajas de la conectividad global a través de Internet, sin embargo, otros de carácter más particular, seguramente pusieron a prueba a los líderes empresariales.
Ron Heifetz, plantea que los cambios, sobre todos los grandes cambios, las transformaciones que determinan el curso de la historia en las familias, comunidades, organizaciones, empresas o naciones, requieren de líderes que sean capaces de gestionar todos los pequeños cambios que, de manera cotidiana, se tienen que realizar para que un cambio de trascendencia realmente suceda.
En este sentido, es de suma relevancia una “mentalidad transformadora” la cual es una competencia clave para un líder que en verdad quiere hacer que los cambios sucedan, y en donde el enfoque de los resultados está en el mediano y largo plazo, tomando decisiones y pasando a la acción, o a la inacción, en el momento, en el día a día.
Así también, el líder adaptativo tiene que decidir entre dos momentos clave para su empresa u organización, si se trata de un momento en dónde la prioridad es sobrevivir, o si se trata de un momento de oportunidades para poder crecer o mejorar. En cualquiera de los casos, el cambio o la transformación de la empresa será una necesidad para adoptar la modalidad que resulte más conveniente para la organización.
Las vivencias de la pandemia de COVID facilitan explicar este dilema entre sobrevivir o crecer. Tanto en lo personal como en lo colectivo, empresas y organizaciones primero priorizaron sobrevivir; sabemos que muchas empresas, sobre todo PYMES no lograron sobrevivir a los estragos de la pandemia, ni que decir de los lamentables cientos de miles de fallecimientos en México, y millones en el mundo; suena muy duro, pero hay que decirlo, logramos sobrevivir a la pandemia en lo personal; en un sentido similar, las empresas y organizaciones que lograron sobrevivir en el periodo más agudo de esta crisis pueden sentirse satisfechas de haberlo logrado.
Y como en toda crisis, se presentaron oportunidades para diversas empresas y organizaciones, que experimentaron crecimiento o expansión ante las condiciones inesperadas o inusuales que generó el fenómeno del COVID, a partir de políticas para no salir de casa, uso de cubrebocas y medidas de higiene, la sana distancia o la fuerte demanda del sector salud de medicamentos y nuevas formas de atención médica en las circunstancias que se vivieron y que, en algunos casos, generaron modelos o tecnologías que se seguirán utilizando ahora que han mostrados su utilidad y efectividad.
Así también, un líder en la empresa seguramente habrá desarrollado las cualidades del liderazgo adaptativo después de las experiencias de la pandemia y otras influencias macro como el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania o la incertidumbre de la volatilidad de la economía y las finanzas, que ha impactado a los sistemas financieros del mundo y han cuestionado los principios y paradigmas en la gestión de la inflación por parte de los bancos centrales.
Todos estos sucesos, nos muestran que aún tenemos mucho que aprender, siempre; y también, nos muestra que lo peor que nos puede pasar es caer en el exceso de confianza, pues los impactos de los problemas adaptativos pueden ser fulminantes para las personas, las empresas, las organizaciones, comunidades y países.
Sostener una mentalidad transformadora, sea para sobrevivir o crecer (o evolucionar), no es una tarea fácil para el líder, ya no digamos evitar caer en la confianza de creer que está “todo bajo control” cuando debe estar al pendiente de los posibles problemas adaptativos que vayan surgiendo en el diario devenir de la empresa; es por ello importante considerar el acompañamiento de un Coach profesional, sea cual sea el momento que esté viviendo la empresa, para facilitar al líder el desarrollo o consolidación de habilidades o competencias que le permitan conducir a su organización en medio de la tempestad o la completa calma.
Un proceso de coaching profesional abrirá el tiempo y el espacio para poder dar una mirada distinta, reflexiva, creativa e inspiradora, para contribuir a la toma de decisiones oportuna y eficiente, así como para motivar e impulsar las acciones que contribuyan a la transformación desde lo individual del líder hasta lo colectivo en todo el sistema humano y social que está involucrado con el funcionamiento y resultados de la organización o empresa que lidera.